Toda sesión de yoga debe concluir con una
práctica de relajación consciente, práctica que normalmente se hace en savasana
o postura del cadaver, aunque también es posible adoptar otra postura como
tumbado sobre un costado, el izquierdo preferiblemente.
Muchos expertos del yoga opinan que esta postura es la más difícil de practicar, ya que nos cuesta mucho dejarnos ir y relajarnos. Sin embargo, es tal vez la postura más importante, porque busca la relajación profunda del
cuerpo y de la mente para desde este estado facilitar la interiorización de la práctica,
retirando la atención mental de los estímulos externos.
La relajación profunda facilita el pratyahara, la retracción de la mente de los órganos de los sentidos, para
frenar las fluctuaciones mentales y adentrarse en las profundidades del
sí-mismo.
LA TÉCNICA
Comenzamos por adoptar la postura del cadáver
o savasana: tumbados boca arriba, las piernas estiradas, ligeramente separadas.
Los pies relajados se abren hacia los lados. Los brazos se sitúan a los lados
del cuerpo con las palmas de las manos hacia arriba o bien mirando hacia los
costados. La cabeza se apoya en el suelo, manteniendo la nuca estirada y la
barbilla un poco hacia dentro, para reducir al mínimo la tensión muscular en el
cuello y la zona cervical.
Ahora dirigiremos la atención mental a nuestra
respiración, sin tratar de modificar su ritmo. Simplemente se trata de observar
el flujo del aire entrando saliendo del
cuerpo, y el movimiento que este ir y venir provoca en el cuerpo. Notaremos
como poco a poco la respiración se vuelve más lenta, tranquila y silenciosa.
Llegados a este punto, comenzaremos un recorrido mental por todo el cuerpo en
sentido ascendente, desde los pies hasta la cabeza, para ir relajando todos los
músculos del cuerpo, localizando puntos de tensión, para disolverla después.
Se realiza en sentido ascendente debido a que
es más fácil relajar los músculos más grandes o voluminosos. Por consiguiente
comenzamos por los pies y piernas y
terminamos por el rostro, donde se encuentran los músculos más pequeños.
Es fundamental mantener el cuerpo en completa
inmovilidad durante la práctica de la relajación ya que cualquier movimiento,
por mínimo que sea vuelve a contraer los músculos y retrasa la relajación
total.
LOS BENEFICIOS
Los beneficios que
nos aporta la práctica de la relajación profunda son los siguientes:
-
Elimina la tensión física y
mental, previniendo y combatiendo numerosos trastornos que derivan de dicha
tensión como insomnio, irritabilidad, fatiga, fobias, ansiedad, depresión,
trastornos cardíacos.
-
Facilita la interiorización y el
recogimiento, situado una especie de barrera entre los acontecimientos
ext3ernos y nuestro mundo interior.
-
Permite la relajación total de la
musculatura corporal que durante la sesión de asanas se ha contraído y
estirado vigorosamente. Esta relajación evita posibles contracturas en los
músculos que han trabajado intensamente.
-
La relajación supone una recarga
de energía tanto nerviosa como muscular. Todos los movimientos musculares
necesitan una inversión de energía, una serie de conexiones y procesos que se
producen en el sistema nervioso y que son previos a cualquier movimiento.
Cuantos más músculos haya implicados en la acción que estamos realizando, mayor
es el gasto energético y más agotador resulta. Un conferenciante, por ejemplo
invierte una gran cantidad de energía en impartir una charla de 2 horas. Esto
apunta hacia el valor del silencio como método economizador de energía.
-
La relajación profunda proporciona
a las células nerviosas un verdadero descanso. Durante los minutos que dura la
relajación son liberadas de su función de trasmitir órdenes motoras al cuerpo o
mensajes de los sentidos.
-
Resulta favorable para prevenir el
infarto de miocardio.
-
Aumenta la capacidad de
concentración y ayuda en el desarrollo de la atención mental plena.
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Namaste
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